Los distritos culturalmente compatibles son los únicos en los que las facciones residirán. Por ejemplo, un grupo con afinidad religiosa nunca se instalaría en un distrito que esté muy militarizado. El problema surge de la disposición de la ciudad y del espacio limitado que ofrece el juego. La discordia es inevitable si los grupos rivales controlan distritos adyacentes. Esta fricción afecta a ambos grupos y tiene el potencial de desencadenar una serie de problemas:
Es posible gestionar la tensión a corto y largo plazo, pero ignorarla puede dar lugar a resultados negativos o incluso al fracaso. Es fundamental abordarla en una fase temprana. La planificación estratégica de la ciudad al principio del juego es clave para el éxito. Separa las estructuras de distintas civilizaciones y mantén juntas las de la misma cultura.
Puedes reducir la probabilidad de que se produzcan choques culturales organizando tus facciones de esta manera. Presta mucha atención a las facciones que se encuentran en las cercanías de tu ciudad cuando una nueva facción exprese interés en establecerse allí. Es prudente rechazar el asentamiento de cualquier facción nueva que no comparta los valores culturales de las facciones existentes para evitar cualquier posible conflicto.
Si ya ha estallado un conflicto y no está seguro de cómo manejarlo, considere lo siguiente:
Las políticas son una solución eficaz, pero a corto plazo. En el caso de ciertas facciones, puedes detener temporalmente los efectos de la tensión con decretos. No habrá una solución a largo plazo, pero tendrás más tiempo para planificar y ocuparte de otros asuntos.
Finalmente, ahora que sabemos cómo lidiar con la tensión en Memoriapolis, solo nos queda seguir estas instrucciones para seguir mejorando en este juego de ritmo rápido.